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23.Ago.2010 / 12:16 pm / Haga un comentario

Eso puede ser más peligroso que todos los traidores a la patria juntos, que el mismo Bush y Blair juntos. El burocratismo es un mal engendrado y desarrollado durante los años de la seudo democracia que se instaló en el país por más de 40 años. Aunque el término burocracia[1] no tiene sólo la acepción que se le da coloquialmente, en este trabajo se la tratará con la tercera que nos brinda la vigésima segunda edición del Diccionario de la Lengua Española: “Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas”.

Y no se trata del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas en sí mismos; se trata más bien de las consecuencias y de las cosas que encubren. Mao Tse-Tung definió las consecuencias, en su oportunidad, de la manera siguiente:

“Algunos cuadros dirigentes ignoran los sufrimientos de las masas populares, desconocen la situación de los organismos de abajo que se hallan algo alejados de sus despachos, y no tienen noticia de que, entre los cuadros a nivel distrital, territorial y cantonal, existen muchos elementos malvados, culpables de numerosos casos de autoritarismo y violación de la ley y la disciplina; o, aunque conocen algo de esos elementos y casos, se muestran insensibles, no se indignan ante ellos ni los consideran una cosa grave y, en consecuencia, no toman medidas enérgicas para apoyar a las personas rectas y castigar a los elementos malvados, estimular las acciones encomiables y terminar con las fechorías”. Mao Tse-Tung CONTRA EL BUROCRATISMO, EL AUTORITARISMO Y LA VIOLACIÓN DE LA LEY Y LA DISCIPLINA. Obras Escogidas de Mao Tse-Tung. EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS PEKÍN, Primera edición 1977, Tomo V, págs. 86-88.

Es eso, camaradas; al hablar del burocratismo nos estamos refiriendo a esa actitud, que amparada en “papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas”, nos pone de espalda ante los problemas del pueblo. Con ello no estamos desconociendo las dificultades financieras o de cualquier otra índole que tienen las instituciones públicas; queremos invitar a reflexionar sobre cuánto estamos siendo creativos para enfrentar esos problemas; estamos invitando a que nos miremos y analicemos cuánto tiempo le estamos dedicando al trabajo social y cuánto sólo al trabajo administrativo. Si nos miramos con sentido crítico seguramente descubriremos que estamos reproduciendo las viejas prácticas de gobierno de aquellas concepciones que queremos abolir; las tenemos tan pero tan adentro, casi formando parte de nuestra genética cognitiva que no nos damos cuenta cuando la usamos. Pudiéramos, incluso, encontrar razones para explicar esa actitud; pero como revolucionarios estamos en la obligación de erradicarla y para ello es necesario estudiar y reflexionar mucho a cada rato, en cada acción, en cada no o si que mencionemos.

El Che Guevara[2] hizo un análisis de similar situación que se dio Cuba durante la primera etapa de la revolución cubana y escribió lo siguiente:

«Los primeros pasos como Estado Revolucionario, así como toda la primitiva época de nuestra gestión en el gobierno, estaban fuertemente teñidos de los elementos fundamentales de la táctica guerrillera como forma de administración estatal. El «guerrillerismo» repetía la experiencia de la lucha armada de las sierras y los campos de Cuba en las distintas organizaciones administrativas y de masas, y se traducía en que solamente las grandes consignas revolucionarias eran seguidas (y muchas veces interpretadas en distintas maneras) por los organismos de la administración y de la sociedad en general. La forma de resolver los problemas concretos estaba sujeta al libre arbitrio de cada uno de los dirigentes. Contra el burocratismo, Ernesto Guevara (Che). Se formaron la guerrillas administrativas. http://www.patriagrande.net/cuba/ernesto.che.guevara/index.htm

Es decir, el accionar del gobierno se estaba llevando a cabo sobre su paradigma revolucionario: guerrilleros. Es, en esencia, el parangón que debemos hacer: corremos el riesgo de actuar sobre la base de nuestro paradigma, consolidado por la escolaridad formal, por la historia de la administración pública y por nuestra historia como ciudadanos. Es decir, la escuela, en su más amplio sentido, legitimó una concepción en la cual el ciudadano común era diferente del gobierno y del ciudadano funcionario-público, que tenía “otros derechos”, que estaba subordinado a los intereses de los partidos, que, en síntesis, era un ciudadano de segunda categoría. Y terminamos por aceptar esa concepción, tanto que la mayoría de los vicios como la recomendación, la postulación, la adulancia, la comisión, la palanca, el favor, etc., se convirtieron en algo cotidiano y natural, incluso hasta institucional, expresado en la centralización de las decisiones en manos del Presidente de la República, del Gobernador, del Alcalde, del Jefe de la Parroquia, del Presidente de la Asociación de vecinos, etc., ¡El presidencialismo, pues!.

El Che encuentra una explicación para ello:

“Este concepto centralizador se explica por la escasez de cuadros medios y el espíritu anárquico anterior, lo que obligaba a un celo enorme en las exigencias de cumplimiento de las directivas.”

“De esta manera, los cuadros más conscientes y los más tímidos frenaban sus impulsos para atemperarlos a la marcha del lento engranaje de la administración, mientras otros campeaban todavía por sus respetos, sin sentirse obligados a acatar autoridad alguna, obligando a nuevas medidas de control que paralizaran su actividad. Así comienza a padecer nuestra Revolución el mal llamado burocratismo.”

Pero nada de esto es producto de la casualidad ni de una historia escrita por la clase política venezolana. Forma parte de la esencia del capitalismo, de uno de sus postulados más básicos: “El mejor gobierno es el que menos gobierna”; es decir, dejar todo en la “mano invisible del mercado”. El gobierno debe restringir su acción a la seguridad (protección de los medios de producción de la burguesía), la salud y la educación (esta última diseñada por la burguesía para legitimar las relaciones de dominación).

El Che lo decía con estas palabras:

“En una sociedad capitalista, donde todo el aparato del Estado está puesto al servicio de la burguesía, su importancia como órgano dirigente es muy pequeña y lo fundamental resulta hacerlo lo suficientemente permeable como para permitir el tránsito de los aprovechados y lo suficientemente hermético como para apresar en sus mallas al pueblo.”

Por lo tanto, y como primer corolario, el burocratismo debemos entenderlo como parte de un sistema, el capitalista, que le asigna al gobierno un papel gendarme, con el cual busca garantizarse su reproducción como sistema y su legitimación en la conciencia colectiva.

Pero ¡OJO!, debemos estar alertas ante una forma de actuar nuestra con la que creemos que dejamos de lado el burocratismo: no referimos al “tareísmo”, o sea, la realización de un montón de actividades que no se corresponden con objetivos previamente definidos, con un plan de acción, con la definición de metas y de saldos organizativos. El tareísmo obedece más a la improvisación, a la poca capacidad que a veces tenemos para solucionar problemas, y peor aún, para descubrirlos y para definirlos con precisión. Incluso muchas tareas van imbuidas de equivocados sentimientos de solidaridad.

El Che, en su trabajo, expone tres razones más que para ellos fueron determinantes.

Una de ellas es la falta de motor interno. Con esto queremos decir, la falta de interés del individuo por rendir su servicio al Estado y por superar una situación dada. Se basa en una falta de conciencia revolucionaria o, en todo caso, en el conformismo frente a lo que anda mal… En este caso, ya sea que esta falla del motor ideológico se produzca por una carencia absoluta de convicción o por cierta dosis de desesperación frente a problemas repetidos que no se pueden resolver, el individuo, o grupo de individuos, se refugian en el burocratismo, llenan papeles, salvan su responsabilidad y establecen la defensa escrita para seguir vegetando o para defenderse de la irresponsabilidad de otros.” (Negritas nuestras).

Evidencias de este análisis, que creemos están presentes en nuestro gobierno, las encontramos cuando sólo cumplimos con el trabajo y la responsabilidad que se nos asigna, cuando ponemos por delante la Ley, el procedimiento, los requisitos, etc., antes de pensar en un camino alternativo, en una forma de resolver el problema, en cómo vincularlo con los objetivos revolucionarios.

“Otra causa es la falta de organización. Al pretender destruir el «guerrillerismo» sin tener la suficiente experiencia administrativa, se producen disloques, cuellos de botellas, que frenan innecesariamente el flujo de las informaciones de las bases y de las instrucciones u órdenes emanadas de los aparatos centrales. A veces éstas, o aquellas, toman rumbos extraviados y, otras, se traducen en indicaciones mal vertidas, disparatadas, que contribuyen más a la distorsión… El burocratismo es la cadena del tipo de funcionario que quiere resolver de cualquier manera sus problemas, chocando una y otra vez contra el orden establecido, sin dar con la solución. Es frecuente observar cómo la única salida encontrada por un buen número de funcionarios es el solicitar más personal para realizar una tarea cuya fácil solución sólo exige un poco de lógica, creando nuevas causas para el papeleo innecesario… Un cúmulo de decisiones menores limitó la visión de los grandes problemas y la solución de todos ellos se estancó, sin orden ni concierto. Las decisiones de última hora, a la carrera y sin análisis, fueron la característica de nuestro trabajo.” (Negritas nuestras).

Si cambiamos la palabra “guerrillerismo” que utiliza el Che por “Cuarta República”, nos daremos cuenta de la vigencia del análisis de este magnifico guerrillero, haciendo la salvedad que él habla de aparatos centrales y nosotros de los niveles colectivos de toma de decisiones.

“La tercera causa, muy importante, es la falta de conocimientos técnicos suficientemente desarrollados como para poder tomar decisiones justas y en poco tiempo. Al no poder hacerlo, deben reunirse muchas experiencias de pequeño valor y tratar de extraer de allí una conclusión. Las discusiones suelen volverse interminables, sin que ninguno de los expositores tenga la autoridad suficiente como para imponer su criterio. Después de una, dos, unas cuantas reuniones, el problema sigue vigente hasta que se resuelva por sí solo o hay que tomar una resolución cualquiera, por mala que sea.”

Por ello es que muchos camaradas dicen que hablamos mucha “paja” y hacemos poco. Esto es verdad y debemos reconocerlo de manera autocrítica. Pero de nuevo ¡OJO!: cuidado con el pragmatismo, un extremo tan perjudicial como el burocratismo mismo. Una práctica revolucionaria carente de fundamentos ideológicos hace tanto daño como la práctica capitalista.

Parangonando al Che y como segundo corolario, hay que tomar medidas concretas para agilizar los órganos de la administración pública, que contemplen el control social, “…que permita tener en las manos de la dirección las claves de la economía y libere al máximo la iniciativa, desarrollando sobre bases lógicas las relaciones de las fuerzas productivas.” El Che dice de la economía, pues el escrito lo elabora siendo Ministro de Industrias, nosotros debemos decir las claves del Gobierno Municipal, en el caso que nos sirve de contexto inmediato. Y propone:

“Para ello debemos modificar nuestro estilo de trabajo; jerarquizar los problemas adjudicando a cada organismo y cada nivel de decisión su tarea; establecer las relaciones concretas entre cada uno de ellos y los demás, desde el centro de decisión económica hasta la última unidad administrativa y las relaciones entre sus distintos componentes, horizontalmente, hasta formar el conjunto de las relaciones de la economía. Esa es la tarea más asequible a nuestras fuerzas actualmente, y nos permitirá, como ventaja adicional encaminar hacia otros frentes a una gran cantidad de empleados innecesarios, que no trabajan, realizan funciones mínimas o duplican las de otros sin resultado alguno.”

Tomando la idea de Guevara, podríamos decir esas relaciones debemos establecerlas desde las bases del pueblo organizadas en Comités de Tierras Urbanas, Consejos Comunales de Planificación, Comités de Salud, Mesas Técnica de Agua; Comité de Defensa, Protección y Rescate del Ambiente, Cooperativas, etc., hasta conformar todo un entramado de Poder Popular, con real capacidad para la toma de decisiones y de participación efectivas.

Y algo en lo que venimos insistiendo y actuando, aunque con cierta timidez:

“Simultáneamente, debemos desarrollar con empeño un trabajo político para liquidar las faltas de motivaciones internas, es decir, la falta de claridad política, que se traduce en una falta de ejecutividad. Los caminos son: la educación continuada mediante la explicación concreta de las tareas, mediante la inculcación del interés a los empleados administrativos por su trabajo concreto, mediante el ejemplo de los trabajadores de vanguardia, por una parte, y las medidas drásticas de eliminar al parásito, ya sea el que esconde en su actitud una enemistad profunda hacia la sociedad socialista o al que está irremediablemente reñido con el trabajo.”

Finalmente recomienda el Che y que consideramos pertinente contextualizándolo, por supuesto:

“Por último, debemos corregir la inferioridad que significa la falta de conocimientos [Válido para nosotros en la Alcaldía]. Hemos iniciado la gigantesca tarea de transformar la sociedad de una punta a la otra en medio de la agresión imperialista [Válido para nosotros en la Alcaldía], de un bloqueo cada vez más fuerte [Propio del contexto cubano], de un cambio completo en nuestra tecnología, de agudas escaseces de materias primas y artículos alimenticios [Como consecuencia de la dependencia de la renta petrolera en nuestro caso] y de una fuga en masa de los pocos técnicos calificados que tenemos [Propio del contexto cubano]. En esas condiciones debemos plantearnos un trabajo muy serio y muy perseverante con las masas [Válido para nosotros en la Alcaldía], para suplir los vacíos que dejan los traidores [Propio del contexto cubano] y las necesidades de fuerza de trabajo calificada que se producen por el ritmo veloz impuesto a nuestro desarrollo. De allí que la capacitación ocupe un lugar preferente en todos los planes del Gobierno Revolucionario [Válido para nosotros en la Alcaldía].”  (Comentarios entre corchetes nuestros)

“Al mismo tiempo, estudiar todo lo que es fundamental y lo que es accesorio en el trabajo de las distintas unidades de los organismos estatales y limitar lo accesorio para poner énfasis sobre lo fundamental, permitiendo así más rápida acción. Y exigir a nuestros funcionarios, establecer límites de tiempo para cumplir las instrucciones emanadas de los organismos centrales, controlar correctamente y obligar a tomar decisiones en tiempo prudencial.”

En nuestro contexto, analizando el segundo párrafo de la cita anterior, diríamos que “para cumplir con las decisiones que democráticamente se tomen.”

“Si nosotros logramos hacer todo ese trabajo, el burocratismo desaparecerá. De hecho no es una tarea de un organismo, ni siquiera de todos los organismos económicos del país; es la tarea de la nación entera, es decir, de los organismos dirigentes … y de las agrupaciones de masas. Todos debemos trabajar para cumplir esta consigna apremiante del momento: Guerra al burocratismo. Agilización del aparato estatal. Producción sin trabas y responsabilidad por la producción.”

“Si nosotros logramos desentrañar, bajo la maraña de los papeles, las intrincadas relaciones entre los organismos y entre secciones de organismos, la duplicación de funciones y los frecuentes «baches» en que caen nuestras instituciones, encontramos las raíces del problema y elaboramos normas de organización, primero elementales, más completas luego, damos la batalla frontal a los displicentes, a los confusos y a los vagos, reeducamos y educamos a esta masa, la incorporamos a la Revolución y eliminamos lo desechable y al mismo tiempo, continuamos sin desmayar, cualesquiera que sean los inconvenientes confrontados, una gran tarea de educación a todos los niveles, estaremos en condiciones de liquidar en poco tiempo el burocratismo.”


[1] Del francés bureau (oficina, escritorio) y craitie (cracia). 1. Organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios. 2. Conjunto de los trabajadores públicos. 3. Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas.

[2] Seguimos el artículo Publicado en: Revista Cuba Socialista, La Habana, febrero de 1963, año 3, no. 18. Tomado de: Ernesto Che Guevara, Temas económicos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988. http://www.patriagrande.net/cuba/ernesto.che.guevara/index.htm

 

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