Cosas del Alma
(A Gonzalito, mi padre César González)
César González
Ayer te vi, viejo, con tu fardo de piel cargando tus huesos y tu mochila de sueños con que preñas el suelo.
Ayer te vi viejo; desandabas el mismo camino que se hizo eterno en tus manos de milagro, en tu corazón moreno, como la tierra que graba la huella de tu pie pequeño.
Ibas raudo, cabalgando al compás de los acordes del silencio; cuidando a los insectos del camino; ayudando con su carga a los bachacos y las hormigas, disfrutando el canto de la cigarra, sufriendo junto al bosque por la agresión humana.
Regalabas tu eterna sonrisa a la gente, a las flores, a los pájaros, al viento.
Ayer te vi, viejo. Me dedique a mirarte; quise encontrar la figura que guarda el yo hijo en su recuerdo y vino a mí el inolvidable olor a campo de tu cuerpo; ese olor ácido y profundo que deja el sol hasta en los huesos.
Y también te recordé en la cárcel cuando nos despedíamos, viejo, yo niño aún; tú comunista sempiterno. Tu mano en alto, batiente, erguida, inquebrantable nos daba fortaleza, nos fue formando, nos fue haciendo revolucionarios.
Y a la distancia, yo, sin ver tus lágrimas sentía tu llanto, sin escuchar tu voz oía tu canto del “Belachao”, de “Viva Caracas la Roja”, mis primeras canciones.
Recordé mirarte en el patio también preso, tras la cerca que no nunca pudo doblegar tu espíritu ni quebrantar un ápice esa terca convicción revolucionaria, recordé que no volvía a voltear para que no vieras mi llanto de rabia e impotencia.
Ayer, viejo, recordé tus consejas, sabias síntesis esculpidas en las grietas de tu frente: “Siembra las semillas de la lealtad, la sencillez y humildad; la serenidad y la reflexión; la firmeza de carácter; la honestidad y perspicacia y la sinceridad; toca un instrumento, porque la música es el alimento del alma; cultiva la amistad como si fuera un árbol; cuando sea grande te abrigará”.
Ayer te vi viejo, viejo y eterno, ¿siempre joven entonces?.
Un día de Araure en 2007.